Capítulo 7

SI QUIERES LLEGAR AL CIELO, CIERRA LOS OJOS Y CAMINA EN LA OSCURIDAD

- Hablando de locos, la quinta pista decía: “Los locos abren caminos que más tarde recorren los sabios”

¿Qué quisiste decirme con esta máxima? ¿Que me porté como un chiflado por precipitarme a buscar el tesoro yo solo?

- Quise hacerte saber la importancia de aplicar la sabiduría a tu vida. Y sí, así es; no te portaste muy inteligentemente saliendo “a lo loco” a la búsqueda del tesoro.

- Ya lo sé, pero no conozco a nadie que naciera sabio. Todos hemos cometido estupideces queriéndonos adelantar a otros, o queriendo hacer lo que nadie ha hecho antes.

- Tienes que saber que la sabiduría no es pasarse de listo, ni hacer lo que nadie a hecho antes, ni conseguir algo que nadie ha conseguido con anterioridad. Querer ser el primero es una exigencia de tu ego para hacerte sentir diferente y mejor a los demás, pero otras personas más sabias prescinden del protagonismo y ahorran esfuerzo y sufrimiento a sus vidas. Otra cosa bien distinta es tomar la iniciativa en algún determinado momento de tu vida para hacer o perseguir lo que en verdad quieres, me refiero a tu sueño. Así que si estás encajonado haciendo algo que no te gusta o haciendo la voluntad de otra persona, y sientes que eso no es lo tuyo, que debieras hacer algo diferente, arriésgate y hazte el loco, pero de manera sabia. Sigue tu instinto y persigue tu sueño.

- Quizás sea eso lo que yo estoy haciendo en este preciso momento con mi vida: abandonar de lado mi profesión para retomar mi afición a la literatura y al dibujo, transcribiendo y publicando nuestras conversaciones. Mohamed, no se en qué terminará todo esto. A veces siento bastante incertidumbre.
- Es normal. Considera que has abandonado “momentáneamente” un camino conocido para iniciar la búsqueda del sentido de tu vida a través de un sendero totalmente nuevo, y en tu decisión, has tenido que cerrar tus ojos para dejarte llevar por la intuición. Eso tienen los sueños: si quieres vivirlos tienes que cerrar los ojos y lanzarse al vacío confiando en la divina providencia; si no, no serían sueños. Ningún sueño se hace realidad sin correr ningún riesgo, y cuanto más grande es el sueño, más grande es el riesgo que tienes que correr.

- Pero... ¿cerrar los ojos no me impide llegar a algún lugar? Recuerda mi propia pista: “Quien no sabe a donde se dirige, no llega a ninguna parte”  Tú mismo me la validaste.

- Pero ése no es tu caso. Me consta que tú sí sabes hacia donde te diriges; lo que no conoces es la trayectoria que vas a seguir, y eso es lo que te mantiene temeroso. Alégrate de que sea así, de otro modo tu vida sería un aburrimiento. Esa incertidumbre te mantiene alerta y vivo.

- Pues a veces me gustaría estar dormido, actuar y pensar como el resto de las personas. Caminar con los ojos cerrados se me vuelve a veces muy difícil.

- Nadie ha dicho que sea fácil. Has de saber que tu vida en sí misma tiene un sentido implícito en su nivel más profundo, que es la búsqueda de su significado y el cumplimiento de tu destino; pero difícilmente lo podrás lograr si andas dormido llevando una vida enteramente física y girando en torno a tus apegos. Las personas que llevan una vida “normal” necesitan, y de hecho se apoyan en uno o varios puntos de referencia para conducirse, y lo toman de sus padres, de sus amigos, de la sociedad en la que viven, de la religión, etc. El hombre tiende a agarrarse siempre a algo por naturaleza, y cuando no tiene a donde asirse, lo inventa para sentirse seguro. La gente corriente se adhiere a su trabajo, a su hobby, a su cultura, a sus bienes y a otras muchas cosas; para ella, una vida sin referencias de ese tipo es como un barco a la deriva en un mar descocido. El problema es que se apegan tanto a eso que rotan y rotan sobre ello sin moverse nunca del mismo sitio. Sin embargo, la persona iluminada suelta todos sus amarres y no se apega a nada. La persona iluminada rota en torno al centro de la Rueda de la Vida. Para estas otras personas se hace verdad lo que Cristo decía en Lucas 9,58:

«Las zorras tienen guaridas, y las aves del cielo nidos; pero el Hijo del hombre no tiene donde reclinar la cabeza.»

- ¿Es eso acaso lo que querías decir con la octava pista “Si un hombre quiere estar seguro del camino que pisa debe cerrar los ojos y andar en la oscuridad”? 

- Si. Eso es. Esta máxima explica lo que tienes que hacer para convertirte en una persona que ha encontrado su propio camino, en un “Maestro Iluminado”. Quizás este sea tu paso más difícil porque significa abandonar todo lo que conocías antes, soltar todos esos puntos de referencia que mencionaba anteriormente, y adentrarte en un mundo totalmente nuevo y desconocido. Hay que tener un gran valor y una gran fe para hacerlo. Sin duda es la prueba decisiva donde muchas personas que han alcanzado un alto nivel de conciencia caen y detienen su viaje; no saben que éste era su último obstáculo. Se han detenido justo a las puertas del cielo.

- Supongo que la máxima “Cuando tú encuentres el camino, otros te encontrarán a ti”  está referida a esas pocas personas que han logrado internarse en el cuarto cuadrante.

- En efecto. Esta máxima aclara el hecho de que a veces queremos atraer y servir de ejemplo a otras personas, pero si nosotros mismos andamos perdidos, no importa lo que hagamos, no podremos engañar a nadie. Podemos engatusar a alguna persona todo el tiempo, o a todas un poco de tiempo, pero no más. Sin embargo, cuando hemos encontrado nuestro propio camino, otras personas se nos adhieren sin nosotros llamarlas.

- Como yo me he adherido a ti, Mohamed. Tú eres mi Maestro. ¿No eres acaso un iluminado? Si no, ¿cómo podrías saber tantas cosas como me estás enseñando?

- ¡Cuidado! La iluminación es un estado de Ser, no es saber muchas cosas. Por eso no me gusta definirme a mi mismo como iluminado. Tú tampoco te cuelgues nunca ese calificativo, porque cuando creas estar iluminado, habrás dejado de Ser. Sé siempre un estudiante y no des nunca nada por logrado ni entendido.

- Pero tú ya podrías estar en el paraíso. Has alcanzado un grado de evolución espiritual muy superior a otras muchas personas que han muerto con anterioridad. ¿Qué te retiene aquí? ¿Por qué sigues aquí, Mohamed?

Mohamed se quedó callado por un breve momento. Pude adivinar que estaba dudando, y que no quería decirme algo.

- ¿Por qué no quieres responderme? – Insistí.

- Sigo aquí… porque antes quiero cumplir una nueva promesa, una promesa que es la antitesis de aquella otra que hice hace 500 años: Quiero completar mi propia Rueda de la Vida transmitiendo mis enseñanzas en el proceso para que sirvan a otras personas. No he querido decírtelo hasta ahora para no crearte una pesada carga, pero en ti tengo puesta mi esperanza. Cuando tú, Pepe, dejes de ser un alumno y te conviertas en un Maestro, ya no me retendrá nada más aquí, y me podré ir en paz, pues ya sólo dependerá de mí decisión adentrarme en la luz. Cuanto antes te trasmita mis enseñanzas, antes podré liberarme de la obligación que me he auto impuesto.

Ahora entendía el silencio de Mohamed. Yo mismo debiera de haberme callado y no preguntar tanto. La verdad es que en ese momento me sentí como si me hubiera caído encima una pesada responsabilidad, la cual, al momento de transcribir esta conversación, no sé aún si seré capaz de llevar a efecto.

- No estás obligado a hacerlo –dijo Mohamed – No tienes que hacerlo si no quieres. El valor de este trabajo reside en hacerlo libremente, ¿entiendes? No podrás hacerlo bien… no podrás hacerlo tan siquiera si lo tomas como una obligación. Así que te recomiendo que dejes de pensar en ello en este momento. No le des más vueltas. Vamos, aún nos queda una pista por comentar y quiero acabar hoy.

-  Bueno, sí. Tienes razón. ¿Cuál es esa pista?

- Es la última de todas, la cual decía “No dejaremos de explorar, y el final de nuestra exploración será llegar al punto de partida y conocerlo por primera vez”.  

- Sí, la recuerdo. La encontré al llegar a casa.

- Y no fue por casualidad que la encontraras en ese preciso momento. Quise hacerte entender que cuando iniciamos nuestra búsqueda personal del sentido de la vida, o cualquier otra búsqueda, nos centramos en el objeto de esa búsqueda con insatisfacción y ansiedad, pero si permaneces en tu empeño, un día descubrirás que lo que buscas es tu propio deseo…

- …el cual es creado por uno mismo. Ya me lo has dicho en otra ocasión.

- Sí. Luego lo buscado, la acción de buscar y tú como buscador, coincidís en un solo lugar: en tu persona. Cuando te das cuenta de eso, vuelves al punto de partida, a tu interior, sabiendo que es de donde arranca tu búsqueda, y lo conoces por primera vez, con otros ojos. Con anterioridad te habías ignorado a ti mismos mirando hacia afuera. Esta vez te das cuenta que lo que buscas está dentro de ti mismo y que no tienes que buscar afuera.

- Luego, cuando buscas, lo que haces es buscarte a ti mismo.



- Sí. Por eso es que, cuando la gente ha preguntado a los grandes Maestros cuál era la pregunta más importante que uno podría hacerse en la vida, los Maestros siempre han contestado: “¿Quién soy yo? En la respuesta a esta pregunta está tu tesoro.

No hay comentarios:

Publicar un comentario