Capítulo 6

EL HOYO

- Así que a pesar de que nuestro destino está predeterminado por la Rueda de la Vida, la Vida entera es una elección acerca del aspecto que tomará ésta entre su principio y su final, internándonos más o menos en uno u otro cuadrante.
   Durante el trayecto pareceremos toparnos con infinidad de problemas, como cambios en el trabajo, separaciones, pérdidas… pero estos acontecimientos no son tan negativos como tú quieres verlos. Por lo común, abrirán nuevas puertas a otros caminos, nuevos paisajes y nuevas oportunidades, a no ser que estés demasiado apegado a lo que tengas que dejar atrás. Entonces el cambio, como el no cambio, se tornará en sufrimiento y no en crecimiento. Una de las lecciones de la Vida que tendrás que aprender es el desapego. El apego frena la velocidad de tu paso por la Rueda de la Vida. La Vida, como una rueda, es sinónimo de movimiento, de cambio. No tienes más que verlo en la naturaleza, en las estaciones, en la noche y el día, en cómo las flores crecen y se marchitan, en cómo la lluvia a veces se va y otras vuelve. Cuando las cosas permanecen inmóviles mucho tiempo terminan por marchitarse y por morir para siempre, como la superficie de la Luna. Tú mismo te estancas en un punto y quedas ahí, inmóvil. Dónde más fácil ocurre esto es en el hoyo.


El hoyo

- ¿El hoyo? ¿Qué es el hoyo?

- Yo le llamo así a la parte baja de la rueda, a toda la zona alrededor del punto 2. Uno llega aquí empujado por la inercia y por la fuerza de gravedad de la Vida. Observa como la Vida va en sentido descendente y como uno llega a esta zona sin esfuerzo. Pero luego queda uno retenido en esta parte porque cuesta subir esa pronunciada pendiente hacia el punto 3. Ya no te digo lo que cuesta subir hasta el punto 4. Cuando caes en el hoyo sin salir de él, te conviertes en un “muerto en vida”.

- ¿Era eso lo que planteaba la segunda pista?: “¿Tiene corazón este camino…?”

- Bueno, sí. Esa pregunta sería una manera honesta de plantearte si la senda que has elegido te llevará a un lugar sin salida donde quedarás estancado, o si por el contrario, te ayudará a avanzar. En cierto modo, es una manera de resolver el dilema que se plantea en la primera pista, ¿recuerdas?: “Alégrate de tu confusión, porque eso significa que tienes varios caminos para elegir”. Elegir con el corazón cuando puedas estar confundido ante una bifurcación, es una muestra inequívoca de crecimiento personal.
- Ser o no ser, decía Shakespeare... Pero ¿cómo vamos a escoger lo que nos dicta el corazón si la gente no sabe tan siquiera lo que es el corazón[1]?

- Tienes razón, y por eso os habéis vuelto tan mentalistas, sobre todo la gente mayor que piensa y actúa con tanta mezquindad, “escarmentada” de los desengaños de la vida. De pequeños os han enseñado que el corazón es el sentimentalismo y las emociones, y os lo refuerzan contándoos cuentos de hadas, princesas y muchas otras tonterías. La gente se termina dando cuenta, más tarde o más temprano, de la trampa que encierran todas esas fantasías.

- Sí. Los cuentos se terminan acabando y las parejas se terminan divorciando.

- Con más frecuencia de lo que piensas. Las personas terminan creyendo que eso del corazón es para los jóvenes y para los locos románticos. Si una de estas personas desengañadas tuviera que casarse de nuevo o elegir un nuevo trabajo, ya no elegiría igual; sin duda escogería racionalmente su pareja y el trabajo que más creyese convenirle; y a sus hijos y nietos les aconsejaría que actuasen conforme a su comodidad e interés.
- Sí. Sabe más el diablo por viejo que por malo. La gente parece ir cambiando su manera de pensar conforme se van haciendo mayores. ¿Cómo se decide entonces con el corazón?

- La mente siempre pregunta, y su pregunta es del tipo “¿me conviene o no me conviene esto? Lo que la gente llama equivocadamente corazón no pregunta tan siquiera, sino que arremete pasionalmente dejándose llevar por impulsos caprichosos. En ambos casos, ese es el comportamiento característico de las personas que viven en el cuadrante del ego. El corazón, el verdadero corazón digo, sería el camino intermedio: una balanceada decisión entre la mente fría y racional, y una ardiente y desbordada pasión, y es el compor-tamiento que se adopta conforme te vas internando en el cuadrante del buscador. El corazón no pregunta ni se deja llevar por impulsos, sólo siente y por eso se sirve de sensaciones para expresar su opinión. Si sientes alegría, bienestar y paz con algo, estarías en lo correcto, pero si tus sentimientos son contrarios, estarías haciendo algo equivocado.

- Así que la mejor manera de guiarte por el corazón es fijándote en la reacción de tu cuerpo. Ya me lo has dicho varias veces con anterioridad.

- Sí, insisto, porque puede engañarte tu mente con una mentira, y también tus emociones, las cuales proceden en última instancia de tu mente; pero nunca podrá engañarte tu cuerpo. Tu cuerpo siempre te dirá la verdad.

- Ahora entiendo el funcionamiento del polígrafo, la máquina de la verdad usada para interrogar en los juicios y en las investigaciones.

- Sí, ese es su fundamento. Vamos entonces con otra pista. La cuarta decía “De modo que, en vez de llegar al cielo al final, no hago más que caminar hacia él”. Esta máxima quiere decir que el valor de la Vida no se concentra en ningún momento en concreto de ella, y que su objetivo no es alcanzar una determinada realización ni unos objetivos definidos; sino que toda la Vida en sí, con sus diferentes etapas y experiencias, forman un todo y son todas igual de valiosas, importantes y necesarias en vuestro proceso evolutivo. Esta máxima la entiendes perfectamente cuando conoces el funcionamiento de la Rueda de la Vida, te consagras a su recorrido íntegro y no a estancarte en ninguna parte de ella.

- Tienes razón. Ahora que conozco tu “Rueda de la Vida” creo entender perfectamente esa máxima. Sin embargo, las personas corrientes parecen hacer verdad esa frase caminando hacia su cielo particular, hacia sus deseos y objetivos personales.

- Esa es la trampa que tienes que evitar. Piensas que cuando tengas o seas tal cosa, la vida será diferente, mejor que ahora y más fácil, “tu cielo”. No paras de repetirte convencido: “Cuando gane tanto o cuando termine esto o cuando salga de lo otro, podré… sentirme mejor, más seguro o más feliz”. Aparentemente, vivir la vida dedicada a la consecución de metas parece hacerte evolucionar al llevar implícito una gran dosis de actividad, de movimiento, pero es un truco que te mantiene anclado a un estilo de vida azaroso dentro del cuadrante del ego. Algún autor de literatura de superación personal denomina a este modo de ser “El triunfador”; sin embargo, permaneces estancado en un mismo lugar girando como un trompo. Recuerda que progresar sólo económicamente no es evolucionar espiritualmente y por tanto, tampoco es avanzar en la Rueda de la Vida.
Observa como todo tu comportamiento gira en torno a tus sentimientos. Quieres sentirte de esta o de la otra manera, y no te das cuenta que sentirse de una determinada forma es una simple elección que puedes hacer en cualquier momento del presente sólo con tu intención, pero para eso necesitas estar consciente, despierto. Sin embargo, cuando eres inconsciente, te apegas a un determinado acontecimiento o a la posesión de algo concreto creyendo que así te sentirás como a ti te gustaría sentirte, y entonces planeas mil actividades y objetivos, “hipotecas” tu presente pensando y actuando en consecución de un “hipotético” futuro (valga la redundancia), y ahí es cuando quedas atrapado.

- Mohamed, te hubieras explicado mejor si me dices que “hipoteca” en inglés se dice mortgage, palabra compuesta del prefijo mort = muerte, más la terminación gage = mordaza; esto es, hipoteca significa “trampa mortal”.

- Eso es, lo has descrito muy bien. Hipotecar el presente a favor del futuro es una trampa mortal porque es el engaño en el que cae la mayoría de las personas que viven de manera inconsciente creyendo que así van a ser más felices, y lo que ocurre es que pierden la posibilidad de ser felices hoy. Eso es caer en el hoyo.

- Sí, así ocurre Mohamed, estamos locos.



[1] En Diálogos con Mohamed: “La Búsqueda” es tratado también este tema.

No hay comentarios:

Publicar un comentario