Capítulo 1

EL REENCUENTRO

Después de casi dos años de ausencia, subí de nuevo a la Alpujarra para sentarme en mi vieja roca, y contemplar como cae la tarde. Entonces mi amigo Mohamed, sin falta y como ha sido costumbre desde que lo conocí, se me apareció para acompañarme, sin caer en manifestaciones efusivas típicas del reencuentro de dos amigos, sin preguntas ni abrazos, al contrario a como hacen las personas cuando después de un largo periodo de tiempo se vuelven a ver. Si te preguntas por qué, es porque mi relación con Mohamed es distinta a una relación normal y corriente. Cuando estoy lejos de este lugar donde me siento a conversar con él, no puedo verlo (al menos no pude hasta que me ocurrió algo que cuento en este relato), pero si quiero, puedo escuchar igualmente su voz y seguir manteniendo diálogos con él. Por eso cuando regreso después de un largo periodo de tiempo, como este último, no tenemos motivo para celebrar nuestro encuentro. Él siempre está conmigo y a mi lado. Así que, después de un rato de silencio le pregunté:

- Mohamed, ¿qué te ocurrió en aquella guerra tan terrible, la de la Alpujarra?

- ¿De veras te interesa?

- Claro, me fascina la historia. Siempre hemos hablado de cosas trascendentales, del significado de la paz, de la verdad, de la libertad… Pero apenas me has contado nada de tu vida; tan solo que viviste aquí en la Alpujarra y que tuviste un final trágico. Todavía, después de estos años de amistad, sé muy poco de los detalles de tu vida. Cuéntame algo que todavía no sepa.

- Tienes razón. He de haberme vuelto aburrido con tanto discurso metafísico. Pero verás, lo que te puedo contar puede resultarte un poco violento.

- ¡Ah! No creas. He visto demasiadas películas americanas. De todas formas, me gustaría escucharte porque me has ilustrado todo este tiempo con tu sabiduría sobre la vida, lo cual te agradezco mucho. Eres un buen Maestro, pero no me has contado detalle alguno de tus vivencias, y tengo mucha curiosidad por saber más de ellas.

- Sí, estaba esperando el momento oportuno y creo que ese momento ha llegado. Además me haré un favor propio a mí mismo pues desahogarme me servirá como terapia de equilibrado energético.

- ¿Terapia de qué? ¿A qué te refieres?

- A que es bueno, cuando arrastramos parches emocionales, repararlos, contando nuestra historia a otras personas mientras liberamos emociones contenidas.

- ¿Reparar parches emocionales?

- Sí. En la vida nos acontecen múltiples episodios que dejan huellas energéticas en nuestros cuerpos etéreos, unas veces en forma de vacíos o debilidades, y otras en forma de acumulaciones de energía. Habrás escuchado hablar ocasionalmente a gente que teniendo una especial sensibilidad dice: “¡Oh!, este lugar tiene una energía muy pesada, mala energía, o buena energía”.

- Sí, lo he oído.
- Bueno, eso es porque el lugar quedó impregnado energéticamente; fue testigo de algún aconte-cimiento singular, igual que le ocurre a una película fotográfica cuando la expones a la luz. Pues bien, a los cuerpos de las personas les ocurre exactamente igual.

- Explícame eso mejor.

- En esencia todo en el Universo es energía e información. Esto lo sabes.

- Sí, ¿y qué más?

- Pues que las personas también somos energía ordenada de una determinada manera, lo que nos hace susceptibles de quedar impregnadas de otras energías a lo largo de nuestra vida, de buenas y malas energías, creándonos a veces ventanas y otras veces, escudos sobreprotectores. Las primeras son causadas por personas que nos robaron energía, y las segundas por la energía que nosotros robamos a otras personas. En ambos casos constituyen desequilibrios energéticos parecidos a heridas abiertas o cicatrices, que necesitamos curar si aspiramos a una vida plena.

- Esto me suena al agujero de la capa de ozono.
- Sí, es algo muy parecido. El planeta tiene su propio cuerpo etéreo, que es la atmósfera con sus diferentes capas, las cuales protegen a la vida; pero si lo castigamos, la capa de ozono se destruye como viene sucediendo, y la vida sufre y se deteriora. Igualmente creamos desperfectos en nuestros cuerpos sutiles cuando provocamos desequilibrios energéticos y tensiones, los cuales se manifiestan en forma de enfermedades de todo tipo, desde las físicas, hasta otras de diversa índole. En el caso del planeta, la interacción del Hombre está creando desequilibrios energéticos, y la Tierra responde con reacciones convulsivas, como grandes terremotos, tornados, sequías o inundaciones, no porque como dicen algunos, la Madre Tierra nos quiera castigar.

- ¿Entonces por qué es?

- ¡Vaya! ¿De verdad crees que la Tierra pueda pensar en vengarse de nosotros?

- Bueno, dime entonces por qué.

- La Humanidad tiene todavía muy inculcada la idea del castigo, del Dios y de la Madre Tierra vengadores. En realidad estas convulsiones planetarias, cada vez más frecuentes, no son más que algo similar a lo que es una descarga emocional en las personas. Lo que hace el planeta en realidad, en su inmensa sabiduría, es curarse sus heridas; está tratando de nivelar esos desequilibrios energéticos tan tremendos que sufre. Para nada el motivo es que quiera vengarse de nosotros. Nosotros mismos somos tan rencorosos y vengativos que proyectamos esa imagen sobre la Tierra, pero los desequilibrios que le causamos son cada vez más acusados y por eso también lo son sus reacciones.

- No se me había ocurrido pensar así antes.

- A lo que quiero llegar es que las emociones como los sentimientos, sirven para curar los desequilibrios energéticos de las personas, y que cuando los contenemos, lo que hacemos es frenar el libre tránsito y distribución de esas energías que manejamos; y eso no es nada bueno. ¿Cuántas veces has frenado tus emociones porque “los hombres no deben llorar”, o para no demostrar debilidad ante otra persona?

- ¡Buenoooo! Muchas, supongo. Pero te quiero preguntar una cosa: ¿Qué diferencia hay entre emociones y sentimientos? Me ha perecido que los diferenciabas.

- Sí, porque las emociones son efusivas e inconscientes, pero los sentimientos son sutiles y se manifiestan bajo el dominio de nuestra atención. Las emociones proceden de los pensamientos que se disparan en tu mente incontroladamente, y los “sentimientos” los “sentimos” (de aquí viene su nombre) al poner atención a nuestros “sentidos” corporales. Es evidente que ambos son energéticos y cumplen una misión de calibrado, pero mientras las emociones sostienen mucha energía, el equivalente a una reacción de la naturaleza podría ser un tornado, un maremoto o una erupción volcánica por ejemplo, un sentimiento sería como una ligera brisa, una marea o la simple apertura de una flor.

- Pero, hay personas que manejan sus emociones mejor que otras, que reaccionan de otra manera diferente. ¿Por qué?

- Efectivamente. Las personas pueden reaccionar emocionalmente de manera diferente a un mismo acontecimiento, pero siempre depende de ellas mismas, porque la vida es un reflejo de nuestra manera de ser. Hay personas que se pierden a sí mismas cuando expresan todo espontáneamente, otras que se guardan todo para sus adentros, y otras más que han conseguido un dominio portentoso de sí y manejan conscientemente sus energías. Estos últimos ya no están sujetos a esos fuertes vaivenes emocionales. Mientras que unas personas pueden saltar y gritar indignados por cualquier tontería, las últimas pueden ignorar simplemente el mayor insulto debido a su particular manera de afrontar y entender las cosas, como sucedió con Buda.

- ¿Qué le sucedió a Buda?

- Que una persona quiso ponerlo a prueba, y lo insultó una y otra vez tratando de sacarlo de sus casillas, pero Buda permaneció impasible sin hacerle caso. Cuando le preguntaron acerca de su entereza, Buda contestó: “Si alguien te da regalo y tú no lo aceptas, ¿Quién se queda con el regalo?”

- Por supuesto, el que pretende darlo.

- Pues así es. Y tienes el aún más famoso caso de Jesús cuando lo atrapan, lo golpean y lo hacen interrogar. Él no se defendió ni replicó.

- Sí, es verdad. Puede que a Jesús le doliese el castigo físico que le aplicaron, pero no creo que se sintiese “ofendido” en ningún momento a pesar del trato humillante al que lo sometieron.

- El caso de Buda, de Jesús y de algunos otros personajes excepcionales, está muy lejos del de la gente que soporta todo con fastidio, tragándose todo lo que les afecta, pero que un día terminan reventando y cogiendo una úlcera. Te repito que no es bueno reprimir las emociones ni hacer caso omiso de los sentimientos. Una vez que aparecen, es bueno expresarlos de alguna manera, aunque como en el caso de nuestros dos héroes, Buda y Jesús, si eres consciente y no recoges las energías negativas que te envían otros a diario, podrás mantener felizmente tu integridad energética. Al fin y al cabo, la buena energía hay que tratarla como si fuese un recurso limitado, y ahorrarla.

- ¡Vaya! Eso si que es ser un hombre ecológico y no el que se ilumina con bombillas de bajo consumo.

- Eso es, tú lo has dicho. El que se ilumina a sí mismo es un iluminado, no con ese tipo de bombillas sino con la luz de la conciencia. Entrar en estado de iluminación quiere decir que has aprendido a manejar tu vida, no como un ego de comportamiento caprichoso, incongruente y/o ignorante, el cual va por ahí derrochando su energía en hacer alardes, presumiendo, peleando, excusándose… sino basándote en conductas que favorecen tu integridad energética como son la práctica de la simplicidad, el silencio, la indefensión, la sinceridad…. Para que veas, la espiritualidad ya inventó la ecología hace miles de años. De hecho, la naturaleza es la máxima expresión de lo espiritual dentro de lo físico. Ahora queremos volver a ella, pero hay que hacerlo naturalmente, de forma espiritual.

- Mohamed, si estuviera escuchando a otro individuo, creería que le ha afectando demasiado toda esta moda de las fuentes de  energía renovables.

- Tómatelo a broma, pero la misma palabra “renovable” habla del camino hacia la iluminación. Para alcanzarla, llegado cierto momento de tu vida, tendrás que renovarte; esto quiere decir que tienes que rehacerte a ti mismo a partir de tu historia personal, buscando el mayor ahorro de tu energía vital en un nuevo estilo de vida singular basada en tu verdad.

- ¿Puedes repetir eso?

- Sí, claro: “que tienes que rehacerte a ti mismo a partir de tu historia personal, buscando el mayor ahorro de tu energía vital en un nuevo estilo de vida singular basada en tu verdad”.

- Me dejas asombrado; pensativo y asombrado.

- Pero no más de lo que te dejas asombrar. Todo lo que te cuento ya lo sabes, sólo lo estás recordando.

- Pues te recuerdo que nos hemos desviado largamente del tema que me ibas a contar.

- No nos hemos desviado, sólo nos hemos dado una vuelta para llegar al mismo sitio. Creo que recordarte mi historia personal me ayudará a liberar alguna de esas energías “duende” que aún mantengo retenidas. A eso me refería con arreglar mis parches energéticos.

- Es gracioso como la has llamado, “energías duende”.

- Sí, energías errantes que todavía llevamos encima sin saberlo, y que de vez en cuando actúan sin que nos demos cuenta, causándonos  problemillas.

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